Las estrellas fugaces - II
La circunstancial nevada había perdido el esplendor blanco de la novedad y los terrones que resistían en las aceras se habían convertido en madejas de hielo sucio.
La circunstancial nevada había perdido el esplendor blanco de la novedad y los terrones que resistían en las aceras se habían convertido en madejas de hielo sucio.
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