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La fruta del tiempo

Rompiendo el hielo - I

Rompiendo el hielo - I

El cubo mágico se había convertido en una poderosa máquina del tiempo. El trayecto desde su casa a la universidad de Varsovia le resultaba un rápido tránsito de dedos y colores, pero cuando veía llegar a Eva se cuidaba de guardar el cubo y disimulaba hojeando los apuntes.

3 comentarios

Israel Forteza -

Dear Óscar:
Ayer acabé con fruición tu Fruta del Tiempo. Intentaré no enrollarme mucho porque intuyo (aunque no recuerdo exactamente) que mis comentarios serán parecidos a los que ya te plantee con motivo de Punto de Fuga.
Lo mejor de leerte creo que es la sensación de serenidad y de buen rollo que le dejas a uno como flotando por dentro. Creo que es lo mejor de tu prosa, esa remembranza de algo inocente y sano con la que uno se va a dormir después de leerte. Y -aunque esto no sea así, también lo digo, en cada una de las 58 páginas-, ya que creo que es algo con lo que yo me daría con un canto en los dientes si alguien lo dijera de un texto mío, y porque de verdad lo pienso, ahora te puedo soltar mi rollo, que es más el de un escritor a la busca que el de un lector objetivo.
He tenido una sensación constante leyéndolo: que la lengua tenía mucha más fuerza que la historia. Creo que, en tanto que novela, le falta transitividad (decía Izquierdo que la poesía es intransitiva y la prosa transitiva); es decir, le falta un motivo funcional, un conflicto "noticiable" por el cual esta historia deba ser contada. Espera, me explico: creo que de una manera más clara que en Punto de Fuga, aquí la esencia de tu escritura (esa sensación cojonuda que deposita en los labios) se come y debilita demasiado su razón de ser más directa (la historia de Eva y Andrej), por lo que en alguna página corre el riesgo de suicidarse. Pág. 30, por ejemplo: el hecho de que a Andrej y Eva les pudiera resultar Barcelona una ciudad acogedora y brillante, termina siendo una posibilidad marginal y sin mucha importancia ante la fuerza y la libertad del estilo por imponer su tono y su propia deriva -en este caso, la de una visión gris y melancólica de la ciudad- a cada situación. Claro, todo tiene su contrapartida: y así hasta puedes permitirte crear, con perfecta verosimilitud, una Barcelona eslovena y una Cracovia mediterránea. Lo cual tiene mucha fuerza.
Así que, en definitiva, he decidido pensar, porque creo que así funciona mucho mejor, que lo que has escrito es un poema más que una novela, un poema sobre la sabiduría del tiempo atmosférico frente a la inestabilidad del tiempo existencial, un poema en el que Andrej y Eva concuerdan para que sus sintagmas se enamoren, y aunque de ser así todavía opino que me sobran algunas páginas, creo que hacia su mitad el texto coge la fuerza definitiva y que su final -en el que probablemente empieza una novela- tiene una magia de lo más incitadora. (Allí donde el tiempo atmosférico se dobla sobre sí mismo, donde Andrej descubre la consciencia de sentir y donde nace su libertad: donde se desencadena el drama, la novela.)
Un abrazo,
Israel

oscar -

gracias, Antonia. siempre se agradece la lectura de alguien tan sensible como tú.
y muchísimas gracias por no perderte la presentaicón, sé que estuviste. un beso transatlántico.

óscar

Antonia -

No te había dicho que este escrito es lo más sólido que has escrito? Lo repito, supongo porque es lo último que has escrito y trasluce todos esos años de palabras, sensaciones y reflexiones que tan bien describes y haces recordar.
No querría perderme esa inauguración, y no lo haré.
Un abrazo y muchas felicidades por todas esas palabras, esas imágenes y esos pedazos de alma que rebosa ese estupendo libro.

Eres grande!