Rompiendo el hielo - III
Hubo entonces uno de esos silencios que se detienen en los ojos, e igual de torpes que en su primer encuentro en clase, ambos pretendieron retroceder. Como resultado las llaves cayeron de nuevo y los dos se agacharon para recogerlas, pero antes de que sus manos dieran con ellas fueron sus labios los que se encontraron. Las habrían olvidado en la acera si no fuera porque las necesitaban para abrir la puerta y desaparecer escaleras arriba.
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