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La fruta del tiempo

Solsticio - II

Solsticio - II

Los restos de metralla de los bombardeos horadaban las paredes de la iglesia, sus esquinas albergaban cascos de cerveza y orines mientras que el mismo escenario servía a los niños de la vecina escuela como patio de recreo. Castigada por algún tipo de lepra, la ciudad con la que se habían topado en sus pesquisas inmobiliarias se ofrecía a medias, oculta por andamios y telas opacas. En las calles estrechas del Gótico o del Raval las mallas de metal le enredaban los pasos y la mirada.

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